Persecuciones

 

Lo que más me fascina de los recuerdos es que nunca elegimos cuáles van a perseguir nuestra mente. Ni, por supuesto, cuándo lo harán.

Tampoco podemos saber cuáles se difuminarán hasta desaparecer y nunca más podremos recuperar.

 

Momentos tediosos y aburridos, conversaciones vacías de contenido o imágenes absurdas que vuelven a la memoria como si de fotografías se tratara. Casi como ocurre en las películas. Flashbacks. Regresos momentáneos a un pasado aleatorio.

 

O no tan aleatorio.

 

Tiene que tener algún sentido, debe haber un motivo por el cual tu mente decide regresar a un momento concreto.

 

Sin embargo, es imposible recordar con exactitud otras situaciones como decirlo… ¿Más importantes? ¿Más susceptibles de ser evocadas?

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Yo sigo viendo, con impactante claridad, la ciudad en aquella noche, esa en la que un paseo me llevó hasta el final del muelle. Una imagen. El mar, las luces reflejadas en él, el barco que atracado dormía como un gran gigante. O ese día en el que cogí el coche y conduje al pueblo. Sería capaz incluso de cantar la canción que sonaba en la radio. Los colores, los olores, las formas. Todo está en mi cabeza.

 

Pero incapaz de recordar un viaje, una sorpresa, un beso.

 

Quizá no importe el momento en sí, sino tus sensaciones en él.

 

Los padres que odiaban a sus hijos

Los padres que odiaban a sus hijos

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