La infancia y la guerra

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World Press Photo of the Year, prize singles (1996). LUCIAN PERKINS, USA.

 

Hace años que la situación se ha vuelto insoportable y los rusos ya han tomado las armas de una vez por todas.

Aún es Mayo, el tiempo pasa lento y rápido a la vez. Lento porque siempre es lo mismo: bombas, gritos, miedo… Y, últimamente, el olor putrefacto de los cadáveres; es rápido porque no podemos quedarnos en un sitio más de una noche; los tenemos justo detrás de nosotros y no tardarán en encontrarnos de no darnos prisa.

-¡Mijáil, Mijáil! ¿A donde vamos? ¡Este no es el camino a casa! – Mi hermano pequeño se impacienta. Lleva todo el viaje pegado a la ventana del final del autobús, como si la luz que entra desde el cristal fuera la vida misma.

-Cuco, no vamos a nuestra antigua casa. Tenemos una nueva, ¿sabes? Nos esperan allí, está cerca de la playa, ¿sabes? ¡Podrás bañarte en el mar si hace calor! No has estado nunca en el mar, ¿verdad?

Cuco me mira extrañado. Sé de sobra la respuesta a esa pregunta, pero no sé cómo tranquilizarlo. Parece imposible.

-Mijáil…-Ahora mi hermano me mira desde mis brazos mientras se queda dormido- ¿El mar es grande?

-Sí, Cuco, el mar tan grande que nadie nos podría encontrar.

El traqueteo del autobús ayudó al pequeño a dormirse. No hay nada más que podamos hacer, solo esperar a que al final del camino hayamos dejado la guerra atrás y no esté esperándonos para acabar con lo poco que queda de nosotros.

 

La foto pertenece a LUCIAN PERKINS, ganador del Word Press Photo de 1996. Aquí encontraréis más información sobre el autor y la imagen. Este relato se ha escrito como Ut Pictura Poesis, pero es ficción. Cualquier parecido con la realidad sería mera coindidencia.

 

 

 

El tiempo de Oreo

El tiempo de Oreo

Lo malo de los animales es que viven menos que nosotros. Lo peor es que ellos no son conscientes.

El amigo del revés

El amigo del revés

Juan tenía un amigo desde la infancia. Se llamaba Otto. Todos los días, cuando estaban en edad de ir a Primaria, caminaban juntos hacia la escuela. A Juan, Otto le parecía un chico divertido, aunque un tanto extraño.

La visita

La visita

Tenía la vista fijada en el suelo sin querer levantarla y encontrarse con sus ojos. Mirarlos era aceptar que no eran los mismos que vivían en sus recuerdos.

—Hueles a muerto. Más que de costumbre —fue lo único que acertó a decir él mientras abría la puerta para dejar que pasara dentro de casa.

Ganarse el salario

Ganarse el salario

El hombre, apoyado en la pared, miraba a través de un pequeño hueco que quedaba entre el cristal y la pesada contraventana de madera entornada. Cuando Lola la empujó para cerrarla, casi le pilla la nariz a su marido.

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