STOCKHOLM y el secuestro emocional

Stockholm viene a enseñarnos lo que a todos nos ha pasado alguna vez como un espejo en el que no queremos mirarnos.

Estrenada en 2013 y financiada con crowdfunding, llegó a ganar un Goya a Javier Pereira, tres premios en el Festival de Cine de Málaga y un Premio Feroz a Mejor Película Drama.

Stockholm, dirigida por Rodrigo Sorogoyen, habla de los amores fugaces de una noche, de la diferencia de perspectivas que provoca la presencia o ausencia de luz, de los juegos de seducción que aceptan la mentira como parte indispensable, de promesas que es lícito incumplir porque, realmente, prometer ya no parece vinculante y, sobre todo, habla del egoísmo. Stockholm trata los secuestros mentales, la manipulación y la banalización de los sentimientos; nos enseña la responsabilidad que acarrea hacer daño a una persona a sabiendas de que es frágil; habla de la ingenuidad y de la inocencia de los que no juegan en el mismo tablero; también de amores y decepciones. En definitiva, cuenta una historia que a todos nos ha pasado; desde un lado o desde el otro.

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La grandeza de la película reside en la simplicidad con la que se plantea. Un Javier Pereira mediocre y una Aura Garrido maravillosa, son prácticamente los únicos personajes de un largometraje que, en un principio, resulta insulso e incluso aburrido hasta la primera vez que te hace sentir incómodo. Esa incomodidad radica principalmente en el grado de implicación que hayas tenido en situaciones como las que te plantea el guión, más o menos desagradables pero desgraciadamente habituales. Y ya te has enganchado a la historia.

Podríamos evaluar la película como dos partes independientes en las que los personajes, el tono y el propio argumento son radicalmente distintos. ¿Y no es así el amor cuando se rompe? ¿No ocurre eso cuando desaparece la confianza? ¿No pasa que, de un día para otro, el amor de tu vida se convierte en un extraño al que no conoces? ¿No pasa que, de pronto, tus ansias de venganza tienen como objetivo a alguien a quien nunca habrías querido hacer daño? Y es que, también, podemos leer su mensaje desde un punto de vista más profundo y, en vez de tratarla como si únicamente hablara sobre lo que ocurre una noche en una gran ciudad, pensar en ella como una metáfora de una relación tóxica, construida sobre unos cimientos falsos e inestables.

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Puede ocurrir en la gran Madrid o en un pequeño pueblo de las montañas. Puede pasar que te enamores en una fiesta o sea algo más paulatino y dilatado en el tiempo. En realidad, esas variables no importan nada. Cuando alguien pasa por encima del bienestar de quien dice querer, asumiendo un papel sin parar hasta resultar convincente, sucede, a veces, que se hace daño. Nunca sabes qué pasa por la cabeza de una persona, únicamente puedes confiar y esperar que sea digno de esa confianza. Nunca sabes hasta qué punto has provocado dependencia emocional en quien confía en ti. Si secuestras, tendrás que actuar en consecuencia porque, lo que empieza como un secuestro, podría acabar en un homicidio imprudente.

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Stockholm habla de la importancia de lo que decimos y hacemos, de la necesidad de ser coherentes y consecuentes con el daño que infligimos. Todo esto en un mundo en el que las palabras cada vez pesan menos y los actos forman parte de un guión establecido.

“Ni te imaginas lo que creo en nuestra historia”.

8 Comentarios

  1. Adrián Matías

    Me encanta esta película. Y muy buen análisis, yo no podría haberlo expresado mejor.

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    • buscandoacasiopea

      Muchas gracias, me alegra especialmente que te haya gustado 😊

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  2. anacentellasg

    Yo no la he visto, pero me animaré a hacerlo. Yo lo he vivido en un ambiente laboral y aún sufro las consecuencias…

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  3. Lord Alce

    Leí la sinopsis y precisamente no la vi porque creía que iba a ser aburrida… Le daré una oportunidad, no obstante.

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    • buscandoacasiopea

      Es cotidiana,más que absurda. Eso sí, tienes que pasar los primeros 20 minutos sin desistir 🙂

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      • Lord Alce

        Hale, pues ayer la vi. A título de curiosidad… mi mujer ya la había visto y no le importó volver a verla.
        Y será porque iba advertido de los primeros veinte minutos (ella también me lo dijo :D) pero no me resultó aburrida ni un momento. Se me pasó volando y me pareció muy resultona, con una actuación excelente en el caso de Aura Garrido y, como bien dices (es que el chico no me gusta nada en ninguna ocasión que lo he visto) nada creíble Javier Pereira y un guión con unos diálogos que conducen una trama que engancha.
        Ganas me ha dado de ver “Que Dios nos perdone”.

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        • buscandoacasiopea

          ¡Hey me alegro mucho! A ver qué ha hecho Sorogoyen esta vez aunque es complicado que le quede una película más especial.

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