Eran más de las tres de la mañana. La ciudad entera dormía, y Jorge con ella. Lo sabía porque ya me había mandado el mensaje de buenas noches como cada día.
Yo estaba sentada delante del ordenador y cuantas más páginas web visitaba sobre el tema, más me asustaba. Quizá la había cagado demasiado al mezclar tanto. Yo no quería pasarlo mal, solo quería dejar de pasarlo, si es que se puede decir así.
En una mano tenía el móvil, la otra apoyada en la frente. Ya me estaba empezando a marear.
—Eres una cobarde— dije, y mis palabras retumbaron entre las cuatro paredes de mi habitación.
Miré el teléfono y marqué el número; ya me lo sabía. Mientras daba tono empecé a vestirme. Entonces descolgó.
—¿Diga?
Lo había despertado.
—Jorge, soy Sofía. Perdona que te llame a estas horas.
—No, no pasa nada —contestó bostezando—. Dime.
—Solo quería…
No sabía como iba a explicarle lo que acababa de hacer. La voz me temblaba.
—¿Qué pasa, cariño? ¿Qué ocurre? – Preguntó más asustado cuando me escuchó.
—¿Te importaría…? ¿Te importaría mucho venir a mi casa a recogerme?
—No, claro. Me visto y voy para allá. En quince minutos estoy contigo. ¿Te doy un toque para que bajes?
—En realidad prefiero que no cuelgues el teléfono.
—Vale, vale. No te preocupes. Estoy contigo.
¿Continuará?
Que continúe pronto, please…
¿Qué habrá hecho la criatura? Anda, venga… continúa y sácanos de dudas. 🙂
Reblogueó esto en yofumoenpipa.
“¿Continuará?”
¿Cómo? ¡Por supuesto que tiene que continuar!
…me ganan los nervios!