Originalmente publicado en Letras & Poesía
He venido en busca de una explicación. Esa que me dejará tranquila; esa que por muy dolorosa que sea aceptaré y me permitirá continuar sin tenerte en mente la mayoría de mi tiempo; esa que me hará entender por qué un día me cogiste de la mano y al día siguiente desapareciste con un “lo siento, pero esto no puede continuar”.
He venido en busca de una explicación. Esa en la que tú no piensas porque ya tienes a otra chica a la que sí presentaste a tus padres, con quien cuelgas fotos en las redes sociales, de quien hablas cuando no está y la echas en falta. Esa que no soy yo y que pienso que algo muy bueno tiene que tener si la quieres a tu lado.
He venido en busca de una explicación. Una explicación de por qué cuando yo pensaba que todo iba bien, decidiste acabar con aquello que teníamos, que no tenía nombre, pero que me encantaba.
He venido a que me expliques por qué decías que pasaríamos el verano juntos, viajando, cuando sabías que nunca haríamos tantos kilómetros en el mismo coche.
Quiero que me cuentes qué pasó, qué fue lo que destruyó todo, por qué me he convertido en una chica más. Por qué sonreías cuando me mirabas de reojo y pensabas que yo no me daba cuenta. Por qué me abrazabas y me cantabas con segundas intenciones tus canciones favoritas.
Necesito que me digas qué pensaste el día que me invitaste a salir con tus amigos. Qué tenías en mente cuando nos pasábamos horas hablando en la misma cama. Qué viste en mí que ya no quisiste ver más.
He venido a que me des la explicación que sé que nunca tendré, porque también sé que tú no piensas en esos días conmigo como lo hago yo.
No puedo decir que me duela demasiado tu ausencia y, por supuesto, no fuiste el amor de mi vida, pero, quizá, podrías haberlo sido. Podríamos haber compartido tantas cosas…
Ya nunca lo sabremos.
Sin embargo, yo solo quiero saber por qué.
Quizá me repito demasiado —o que tengo pocas frases propias, que es lo más posible—, pero:
El amor es lo eterno hecho efímero y el arte es lo efímero transformado en eterno.
No hay más explicación, por mucho que haya mucho cerdo suelto.
“Qué viste en mí que ya no quisiste ver más.”
Tan real….
¡Un beso! 🙂