No hay tener conversaciones para arreglar el mundo,
sino para entenderlo.
Todo lo demás es perder el tiempo.
No hay tener conversaciones para arreglar el mundo,
sino para entenderlo.
Todo lo demás es perder el tiempo.
Lo malo de los animales es que viven menos que nosotros. Lo peor es que ellos no son conscientes.
Queridos buscadores de Casiopea, ¡nos...
Carola conduce un camino que podría...
Juan tenía un amigo desde la infancia. Se llamaba Otto. Todos los días, cuando estaban en edad de ir a Primaria, caminaban juntos hacia la escuela. A Juan, Otto le parecía un chico divertido, aunque un tanto extraño.
Tenía la vista fijada en el suelo sin querer levantarla y encontrarse con sus ojos. Mirarlos era aceptar que no eran los mismos que vivían en sus recuerdos.
—Hueles a muerto. Más que de costumbre —fue lo único que acertó a decir él mientras abría la puerta para dejar que pasara dentro de casa.
El hombre, apoyado en la pared, miraba a través de un pequeño hueco que quedaba entre el cristal y la pesada contraventana de madera entornada. Cuando Lola la empujó para cerrarla, casi le pilla la nariz a su marido.
Ahí le has dado. ¡Besazos!
Ya veo, en el anterior hablé de resumir y aquí lo tienes, con total éxito.
Gran aforismo, del que me apropio por «tolmorro» —haciendo mención a la autora, claro 😉 —.
jajajajajaja, te lo presto, te lo presto. 🙂