¿Cómo suena el cielo?

Historias del Arte: Órganos barrocos en templos góticos.

Resulta curioso cómo se construye el imaginario colectivo. Si pensamos cuál fue el sonido del Oeste americano, probablemente estemos pensando en composiciones de Ennio Morricone (El bueno, el feo y el malo, 1966). Si nos preguntamos lo mismo, pero con la época del Imperio Romano, nuestro subconsciente tenderá a irse hacia Ben-Hur (1959) con la música de Miklós Rózsa. ¿Egipto? Hans Zimmer (El Príncipe de Egipto, 1998) o Jerry Goldsmith (La Momia, 1999). Y así con muchísimos enlaces mentales, no digamos ya con la ficción científica.

En realidad, no podemos saber cuál era la música que estaba de moda en aquellas épocas. Se trata, más bien, de un constructo posterior, que hemos aceptado como real.

Pero, ¿cómo suena el cielo? Pues aquí, en la tierra, nos suena a órgano acoplado en el eco de una gran iglesia. Así, Orígenes, en el siglo II d.C ya dijo “el órgano es la Iglesia de Dios, que comprende las almas contemplativas y las activas”.

Este colosal instrumento fue creado en Grecia por Ctesibio, con un mecanismo de agua y aire, hasta que en el siglo XIII se dejaron de utilizar los hidráulicos. Al principio, se necesitaba de muchos hombres para accionar los fuelles que permitían al aire atravesar los grandes tubos.

En la fotografía podemos ver el órgano de la nave de la Epístola de la catedral de Segovia, obra de Pedro Liborna Echevarría y Juan Maurat, policromado en oro y rematado por una talla del arcángel San Gabriel. Posee 2.657 tubos.

En 2011 se sometió a un proceso de restauración que garantizará su vida útil durante muchos años más.

El cielo seguirá sonando.

Órgano de la nave de la Epístola. Catedral de Segovia

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4 Comentarios

  1. torpeyvago

    Me has tocado la patata, que lo sepas.
    Música en una catedral es algo impresionante. Como ateo recalcitrante debo reconocer que de todas las herramientas para mover a cierto tipo de espiritualidad, la mejor es la música.
    Un concierto de cámara con órgano en una catedral te hace crujir las entrañas.

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    • Buscando a Casiopea

      Tampoco yo soy creyente, pero hay que reconocer que la Iglesia ha sido la gran (y única, en algunos momentos) mecenas del arte. Por suerte o por desgracia hay que reconocerlo. No sabemos cómo hubiera sido el tema de haber existido una realidad paralela, pero el hecho es que, si quieres ver maravillas del arte, ve a una iglesia.
      Y tienes toda la razón. El sonido de un órgano en una iglesia no puede ser más emocionante.

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  2. Israel

    Tocata y fuga en re menor de Bach a bordo del Nautilus, sinestesia entre las frases siempre anticipadas de Verne. Órganos, también, en las tétricas mansiones de un sujeto que duerme de día o de un médico tronado que cose cuerpos a piezas. El órgano tiene un registro tan amplio y una sonoridad tan potente que se impone a la razón del oyente y lo rapta sin remedio, ya sea al cielo abovedado de los templos, a las profundidades abisales o a los mismísimos infiernos.
    Por cierto, ¡un huequín en ese imaginario colectivo para Mancini y Nino Rota -forza Italia- que bien lo merecen!
    ¡Un abrazo!

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    • Buscando a Casiopea

      jajajajaja claro, también el órgano de La Bella y la Bestia 2 es un malo malísimo. Ahí está la magia.
      ¡La Pantera Rosa y El Padrino! Tremendas 🙂
      ¡Un beso!

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