¿Qué es la lítost?

Siempre he pensado que Milan Kundera, a parte de uno de los mejores escritores que ha dado este mundo, es un cabrón. Me explico: Kundera habla de la miseria y vergüenza humanas de una forma totalmente carente de empatía, casi crueldad, y con el suficiente acierto para que cualquiera de los que le leemos pensemos que nunca habríamos sido capaces de enfrentarnos a todo lo tóxico, repugnante y verdadero del ser humano. Kundera expone los tabúes sociales de la humanidad sin despeinarse, ni siquiera se pone un poquito nervioso.

La insoportable levedad del ser, su obra cumbre, trata el tema de la pareja de un modo desagradable hasta más no poder. Sin embargo, nadie que lo haya leído dirá que no se ha visto completamente reflejado en las palabras de este escritor checo.

Pero Milan Kundera tiene otras muchas obras igualmente perfectas, porque también son suyas.

Aquí os dejo un capítulo de El libro de la risa y el olvido, en el que se remanga la camisa y se dispone a tratar el concepto de lítost, palabra que, según él, define la forma de ser de las personas y que remite en su concepto directamente a la miseria humana.

Kundera no esquiva temas cuando escribe, pero aquí da un sonoro taortazo (de tarta y de torta) en la cara de todos sus lectores. Espero que lo disfrutéis.

 

“Lítost es una palabra checa intraducible a otros idiomas. Representa un sentimiento tan inmenso como un acordeón extendido, un sentimiento que es síntesis de muchos otros sentimientos: la tristeza, la compasión, los reproches y la nostalgia. La primera sílaba de esta palabra, si se pronuncia alargada por el acento, suena como la queja de un perro abandonado.

Pero en ciertas ocasiones lítost tiene por el contrario un significado muy estrecho, particular, estricto y preciso como el filo de un cuchillo. Busco para él, también en vano, un símil en otras lenguas, aunque no soy capaz de imaginarme cómo puede alguien sin él comprender el alma humana.

Voy a dar un ejemplo: Un estudiante nadaba con una estudiante en el río. La chica era una deportista y él en cambio era un nadador desastroso. No sabía respirar bajo el agua, avanzaba despacio, con la cabeza tensa, estirada sobre la superficie. La chica lo amaba perdidamente y tenía tanto tacto que nadaba igual de despacio que él. Pero cuando la natación se acercaba ya a su fin, quiso pagar rápidamente la deuda que tenía con sus aficiones deportivas y se lanzó con rápidas brazadas hacia la otra orilla. El estudiante intentó avanzar más rápido y tragó agua. Se sintió humillado, puesto en evidencia en su inferioridad física y sintió lítost. Recordó su infancia de niño enfermo, sin deportes y sin compañeros de juegos, bajo la vigilancia excesivamente preocupada de la mamá, y se sintió desesperado por sí mismo y por su vida. Cuando volvían por el camino, atravesando el campo hacia la ciudad, no abrió la boca. Se sentía herido y humillado y tenía un deseo irresistible de pegarle. ¿Qué te pasa?, le preguntó, y él le reprochó que hubiera nadado hasta la orilla opuesta sabiendo que allí había remolinos, se lo había prohibido y hubiera podido ahogarse —y le dio una bofetada en la cara. La chica se echó a llorar y él, cuando vio sus lágrimas, se compadeció de ella, la abrazó y su lítost se esfumó.

Otra vivencia de la infancia del estudiante: Lo mandaron a dar clases de violín. No tenía demasiado talento y el profesor lo interrumpía con voz fría e insoportable, echándole en cara sus errores. Se sentía humillado, tenía ganas de llorar. Pero en lugar de esforzarse por evitar los errores y tocar con mayor precisión, empezó a hacerlos a posta, la voz del maestro era cada vez más insoportable y más enfadada y él se hundía cada vez más profundamente en su lítost.

¿Qué es entonces la lítost?

La lítost es un estado de padecimiento producido por la visión de la propia miseria puesta repentinamente en evidencia.

Uno de los remedios usuales contra la propia miseria es el amor. Porque aquel que es amado de un modo absoluto no puede ser miserable. Todos sus defectos son redimidos por la mirada mágica de amor, para la cual hasta la natación más antideportiva, con la cabeza estirada fuera del agua, se vuelve encantadora.

Lo absoluto del amor es en realidad el deseo de una identidad absoluta: el deseo de que la mujer amada nade igual de despacio y de que no tenga pasado alguno ni pueda ser feliz al recordarlo. Pero en cuanto la identidad absoluta se ve negada (la chica recuerda feliz su pasado o nada con rapidez), el amor se convierte en una fuente inagotable de ese gran padecimiento que llamamos lítost.

Las personas que tienen una profunda experiencia sobre la imperfección generalizada de la gente están relativamente a salvo de los golpes de la lítost. La lítost es por lo tanto característica de la edad de la inexperiencia. Es una de las formas de la juventud.

La lítost funciona como un motor de dos tiempos. Tras el sentimiento de dolor sigue el deseo de venganza. El objetivo de la venganza es lograr que el otro sea igual de miserable. Es cierto que el hombre no sabe nadar, pero la mujer abofeteada llora. Pueden, por tanto, sentirse iguales y seguir amándose.

Como la venganza no puede confesar nunca su verdadero motivo (el estudiante no le puede decir a la chica que le pegó porque nadaba rápido), tiene que dar un motivo falso. Así que la lítost no puede prescindir nunca de la hipocresía patética: el joven manifiesta que estaba loco de miedo de que su chica se ahogase y el niño toca hasta el cansancio en un tono falso, simulando una desesperada falta de talento.

Este capítulo debería haberse llamado originalmente ¿Quién es el estudiante? Pero si habla de la lítost es como si hablase del estudiante, porque el estudiante no es más que pura lítost. Por eso no es de extrañarse que la chica de la que estaba enamorado lo abandonase al fin. No es nada agradable dejarse pegar sólo por saber nadar.

La mujer del carnicero, a la que encontró en su ciudad natal, llegó por eso para él como un gran esparadrapo dispuesto a vendar sus heridas. Lo admiraba, lo adoraba, y cuando le hablaba de Schopenhauer no intentaba manifestar con sus objeciones su propia personalidad independiente de la de él (como lo hacía la estudiante de infeliz recuerdo), sino que lo miraba con ojos en los que él, emocionado por la emoción de ella, creía ver lágrimas. Además, no olvidemos añadir que desde que se separó de la estudiante no había hecho el amor con ninguna mujer. “

Los padres que odiaban a sus hijos

Los padres que odiaban a sus hijos

Hoy quiero hablar del tabú que supone la realidad de que no todos los padres quieren a sus hijos o, incluso, de que existen padres que odian a sus hijos, los utilizan y los machacan para su propio beneficio o egolatría.

4 Comentarios

  1. Verácida

    Kundera debería estar muchísimo más reconocido… Te estruja, te retuerce, te estremece y lo peligroso… Te hace pensar.

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  2. torpeyvago

    Y ahora llega tu herético habitual y dice… Kundera me resulta «mu» cansino en general, de hecho sólo he leído un libro suyo —¿los amores prohibidos?, no me acuerdo, aún tenía mi flequillo— y lo terminé por mi habitual cabezonería. Pero venga, vale, no te pongas violenta conmigo 😀
    Eso sí, lo del concepto de la lítost —¿o del lítost?— me ha llamado mucho la atención.

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    • Buscando a Casiopea

      ¿Los amores ridículos puede ser?
      Si te soy sincera, ese no me lo terminé porque no acabó de engancharme. Los que más me han gustado de Kundera son La insoportable levedad del ser y La despedida. Me cuesta bastante terminar los libros de relatos, pero los otros dos son historias completas. De todas formas, para alguien pragmático y descreído como tú, no me extraña que le parezca cansino😜

      ¡Un saludito a mi hereje favorito! 😘

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