¿Cómo es que me dueles todavía?

Recuerdo cómo brillaba el sol aquel día en que se disparó la cámara y detuvo el tiempo; ese sol reflejado en una foto que ahora pierde nitidez entre mis montañas de papeles. Puedo oler en el ambiente el puesto de castañas que había a nuestra izquierda, fuera de plano. Veo mi té y tu café con leche humeando sobre una pequeña mesita de madera, en la calle adoquinada más antigua de la ciudad.

Te escucho hablar, reír y bromear. Huelo, cuando te acercas, tu colonia. Siento tus manos sobre las mías. Calientes, suaves y extrañamente familiares y distantes.

Me parece tan irreal. Un recuerdo demasiado lejano y vívido al mismo tiempo. Estábamos allí, éramos nosotros. Y, sin embargo, ni siquiera está al alcance.

Lo veo todo. Lo recuerdo todo. Y no puedo tocarlo.

El nudo del estómago se aprieta con fuerza.


Recuerdo la redondez de la luna aquel día en que me echaste de tu coche, me dejaste en la nada y se detuvo el tiempo. Esa luna que parecía un foco de escenario en el que sólo estábamos tu sombra y yo. Puedo oler en el ambiente el petricor y tu desdén, fuera de plano. Veo mis zapatos caminando sobre el asfalto de una carretera en mitad de ningún lugar, hacia adelante, mientras miro a mi espalda a cada minuto, por si decides volver.

Te escucho gritar, insultar y revivo tu desprecio. Huelo, cuando te acercas para empujarme, tu colonia. Siento tus manos, apretando, sobre mis antebrazos. Extrañamente familiares y desconocidas.

Me parece tan irreal. Un recuerdo demasiado lejano y vívido al mismo tiempo. Estábamos allí, éramos nosotros.

Lo veo todo. Lo recuerdo todo. Y ojalá no pudiera hacerlo.

El nudo en la garganta se aprieta hasta doler.


¿Y tú? ¿Quién eres? ¿Cómo es que me dueles todavía?

Más allá del azul

Más allá del azul

¡Hola a todos! Os dejo por aquí el relato con el que me he presentado al XIII Premio Joven de relato corto El Corte Inglés.

Los padres que odiaban a sus hijos

Los padres que odiaban a sus hijos

Hoy quiero hablar del tabú que supone la realidad de que no todos los padres quieren a sus hijos o, incluso, de que existen padres que odian a sus hijos, los utilizan y los machacan para su propio beneficio o egolatría.

8 Comentarios

  1. Félix

    Debes ser consciente de donde nace ese dolor. El apego que todos terminamos dejando hacer, no es más que la consecuencia de nuestro “ego”. El dolor nace de tu necesidad de volver a vivir aquellos momentos mágicos, resultando dificilísimo hacerlos desaparecer.
    Pero si lo analizas, te darás cuenta de este embrujo, de este hechizo cuyo protagonismo no es otro que el EGO. Es insaciable, necesita, quiere, desea, vivir las sensaciones de sentirse amado, recordado, de revivir lo que quiere hacerte creer que te está faltando y puedo asegurarte que nadie debe ser la causa de tu felicidad o de tu tristeza cuando eres capaz de hacerte cargo de reconocerte desde dentro de ti misma. Eres un Ser absolutamente completo, todos lo somos.
    Comprobarás con el tiempo que todo absolutamente está en ti y afortunadamente eres dueña, reina y señora de decidir el camino que quieres elegir. Muchos deciden sufrir, y esto no significa más que se es propenso al victimismo. Se dueña de tu vida, de tus sentimientos, de tus circunstancias, pero sin dejar de sentir y de ver en qué forma es capaz de distorsionar tu visión la fuerza de nuestro EGO.
    Un beso y se feliz porque tu eliges y tu mandas. Cuidate.

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  2. torpeyvago

    La nostalgia de una fotografía siempre duele. Porque siempre hay una felicidad perdida.

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  3. EL ECO DE TUS PALABRAS

    El ego es el que te hace sufrir. Te hace creer que lo necesitas y eso se llama apego. Besines

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    • Buscando a Casiopea

      Es un simple relato de dos situaciones diferenciadas jajajajajaja sin más.

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