Una vez leí un libro que comenzaba con una descripción inversa. Me explico: haciendo hincapié justo en lo que no había, el autor conseguía que la imagen se desplegara ante el lector de una forma eficaz y sencilla.
Era como ver una sala llena de reflejos, de fantasmas, de ausencias y silencios.
Así me siento yo. Potencia de todo y acto de nada. Como si no solo hubiera un techo de cristal, sino una caja transparente en la que estoy encerrada. Como un fantasma, una sombra, un lamento que recorre los pasillos de una casa abandonada.
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