Ni una menos (2) Estocolmo

(Primer capítulo)

Quedaban cinco minutos para el comienzo del examen. Blanca apuró la última calada del cigarro mientras recogía y ordenaba los apuntes desperdigados.

—¿Vamos ya? —preguntó Carolina.

—Si, es casi la hora. Voy a poner el móvil en silencio antes de entrar —dijo Blanca.

Mientras lo hacía, le llegó un mensaje.

Buenos días, bonita. Espero que te salga muy bien el examen. Un besito, cariño. Tq.

Blanca suspiró y cerró los ojos en un intento de aflojar la presión que sentía en el estómago. Instintivamente se llevó la mano al cuello y notó una punzada de dolor. Una mezcla de rabia y tristeza le empujaba a salir corriendo de allí, ignorar el examen, ignorar la vida, meterse en la cama y dormir durante años.

Comenzó a escribir una respuesta. Le parecía gracioso que él pudiera pensar que algo fuera a salirle bien ese día, después de la noche anterior. Toda la tensión y la ira acumuladas se convirtieron en palabras en la pantalla de su móvil, sin embargo, no pulsó el botón de enviar. Había escrito tantísimos mensajes que nunca tuvo el coraje de mandar que, si los uniera, saldría una novela cómica fantástica. Sonrió para sí misma, mientras pensaba que la vida es a veces tan irónica que asusta.

—¿Vienes?

Blanca sacudió la cabeza y regresó a la realidad.

—Eh… Sí, perdona, ahora mismo entro, dame un segundo. Ve cogiendo un buen sitio.

—Madre mía, ¿qué te pasa hoy? Estás en las nubes, niña.

Carolina le zarandeó el brazo, en un amago de espabilarla y entró en el aula sonriente.

Blanca borró el mensaje que había escrito y leyó lo que había recibido por segunda vez. Comenzó a escribir de nuevo. No entendía nada. Tq. Te quiero. Esas dos palabras le arañaba los ojos y las tripas, aunque, como en una poética burla, no había nada en ese mundo que ella más deseara que escucharlas de su boca.

“Estás loca”, sin embargo, lo había escuchado cien veces la noche anterior. “¿Quién te va a querer a ti, así?”, era otra de sus variantes preferidas.

Loca. Chalada. Inestable. Desequilibrada. Eso era ella.

Pese a todo, él se había levantado dos horas antes solo para enviarle aquél mensaje. Esos son los detalles que cuentan, al fin y al cabo. ¿Verdad?

Muchas gracias, espero tener suerte. Luego te llamo, un besito. Tq.

Envió y guardó el móvil. Ojalá se arreglaran las cosas, pensó, tenía muchas ganas de abrazarle y estar bien con él. No le hacía falta nada más y no era tan complicado. Quien quiere puede, y ellos se querían.

Continuará.

El tiempo de Oreo

El tiempo de Oreo

Lo malo de los animales es que viven menos que nosotros. Lo peor es que ellos no son conscientes.

El amigo del revés

El amigo del revés

Juan tenía un amigo desde la infancia. Se llamaba Otto. Todos los días, cuando estaban en edad de ir a Primaria, caminaban juntos hacia la escuela. A Juan, Otto le parecía un chico divertido, aunque un tanto extraño.

La visita

La visita

Tenía la vista fijada en el suelo sin querer levantarla y encontrarse con sus ojos. Mirarlos era aceptar que no eran los mismos que vivían en sus recuerdos.

—Hueles a muerto. Más que de costumbre —fue lo único que acertó a decir él mientras abría la puerta para dejar que pasara dentro de casa.

Ganarse el salario

Ganarse el salario

El hombre, apoyado en la pared, miraba a través de un pequeño hueco que quedaba entre el cristal y la pesada contraventana de madera entornada. Cuando Lola la empujó para cerrarla, casi le pilla la nariz a su marido.

2 Comentarios

  1. Lord Alce

    Hum… el terreno de la víctima alienada, siempre peligroso de pisar. El título del post es bastante esclarecedor.
    Esperaremos a la conclusión para comentar todo en su conjunto 😉

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    • Buscando a Casiopea

      Bueno… yo pensaba que me iba a salir corto y podría tirarme así toda la vida, haciendo estos pequeños capítulos… A ver qué sale 😂

      Responder

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  1. Ni una menos (1) #Nosqueremosvivas | Buscando a Casiopea - […] Continuará. […]

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