Cariño, qué pena
que siempre te pesó más el orgullo
que la conciencia.
Cariño, qué pena
que siempre te pesó más el orgullo
que la conciencia.
Lo malo de los animales es que viven menos que nosotros. Lo peor es que ellos no son conscientes.
Queridos buscadores de Casiopea, ¡nos...
Carola conduce un camino que podría...
Juan tenía un amigo desde la infancia. Se llamaba Otto. Todos los días, cuando estaban en edad de ir a Primaria, caminaban juntos hacia la escuela. A Juan, Otto le parecía un chico divertido, aunque un tanto extraño.
Tenía la vista fijada en el suelo sin querer levantarla y encontrarse con sus ojos. Mirarlos era aceptar que no eran los mismos que vivían en sus recuerdos.
—Hueles a muerto. Más que de costumbre —fue lo único que acertó a decir él mientras abría la puerta para dejar que pasara dentro de casa.
El hombre, apoyado en la pared, miraba a través de un pequeño hueco que quedaba entre el cristal y la pesada contraventana de madera entornada. Cuando Lola la empujó para cerrarla, casi le pilla la nariz a su marido.
Qué pene
En pleno maremágnum fornicativo ella me miró fijamente y me dijo: «esto lo hago por amor.» Fue el peor gatillazo de mi vida.
—He tratado de poner la versión y visión másculina de pena, el pene, y la femenina de orgullo, orgulla. Qué sé yo si lo habré conseguido.—