Te odio.
Te odio fue un te quiero escondido. Cuando otra persona ocupaba el espacio que yo creía inalcanzable; cuando sólo me creía un juego con el que te distraías de una vida insulsa y aburrida.
Te odio significó quiero pasar el resto de mi vida contigo, quiero formar parte de tu vida, quiero salir de las sombras y que te sientas orgulloso de mí.
Te odio fue mi forma de negar lo que sentía por ti. Te odio era una mentira inmensa que duró años; una historia que todavía retumba en las paredes con un eco frío y torturador. Un aliento apagado que pide auxilio y al que nunca nadie escuchó. Un grito. Una voz desgastada. Un adiós calculado.
Te odio. Una epifanía. Una predicción.
De lo que sentimos el uno por el otro en un final que huele a eternidad, a recuerdos polvorientos, a ausencia de perdón, a nostalgia y a dolor.
Te odio. Mucho. Porque no estás hoy aquí.
Pasan los días y no me has rescatado. Por eso te odio.
Te odio, te odio.
Y tiene gracia cómo los sentidos pueden cambiar tanto.
Mientras, me deshago en tu amnesia, Me pierdo en tu desdén. Me ahogo en un futuro en el que no me has guardado hueco.
Quizá sólo me queda consumirme en la añoranza de un ayer que no vuelve. Que no fue dulce, pero se me antoja grato y suave en la memoria. En el que solo hubo daños. Quizá esta noche me traicionen los recuerdos. Quizá esta noche, cuando cierre los ojos, vuelvas a estar conmigo. Quizá no quiera despertar nunca más.
Porque si despierto seguiré odiándote. Y yo, en realidad, solo anhelo quererte.
Conecté con esto. Excelente!