Autoboicot III

Primera parte aquí

Segunda parte aquí

Los días siguientes fueron confusos. Del estilo de confusión que provoca no hablar un día, no hablar otro y estar todo el rato mirando el móvil por si me habías escrito. Lo sé, puedes pensar que soy una loca. De hecho, lo comenté con Lucía, Claudia, Miriam y hasta el novio de Miriam, al que también conoció en Tinder, para ver qué pensaban. Loca, loca, loca. Sin embargo, no pude contenerme y te conté que me había gustado Cantando, la obra de teatro que había ido a ver justo esa noche de martes. Tu respuesta, “quería abrirte conversación diciendo ‘tengo un poquito de fresco, tienes algo por ahí para dejarme’”, me descolocó un poco. No sé si significaba que tú estabas en la misma situación que yo.

Entonces me dijiste que ya tendríamos que vernos a la vuelta del festival Joder. Puta mierda, ¿no? Sin embargo, cuando me estaba haciendo a la idea de no verte hasta mi regreso de Villatuerto, estando tomando cervezas en mi casa con Julia (no, efectivamente no estábamos cerca de donde estábais vosotros), me dijiste que ibas a salir con tus amigos y que si me apetecía ir. Pues claro que sí, muchacho.

Así fue como Julia y yo acabamos en Chueca con tu gente del teatro. Me saludaste con un beso en tos los morros. Por mí bien, ¿eh? Acabamos en el sitio de la primera noche, otra vez, y te viniste a mi casa, otra vez. Follamos, y menos mal que no estaba mi compañera del Opus en casa, que no hay quien sea discreto contigo.

A la mañana siguiente tenía mi último día de prácticas, pero cuando sonó el despertador no pude hacer otra cosa que reírme, darme la vuelta y seguir contigo en la cama. Tienes algo que me atrapa, que me hace sentir tranquila… Qué pena que vaya a durar tan poco, exactamente hasta que te cuente ciertas cosas de mi vida y decidas salir corriendo.

Y ayer volví del festival. Y esta tarde he vuelto a casa después de dormir contigo. Otra vez me preguntaste si quería salir con tus amigos.

Fuimos a mi casa a recoger las cosas de las lentillas y, yendo hacia la tuya, salió el tema de mi hermano.

6 de mayo de 2017

Te conté que tengo un hermano pequeño, por parte de padre, a quien no veo desde hace tres años. Te conté su situación, te hablé de su 33% de discapacidad reconocida e inexistente, de cómo me preocupa ese tema y de que quiero mantener la relación con él porque los dos cabrones de sus padres le van a hacer la vida imposible. Tú escuchabas atento mientras caminábamos por una Madrid vacía y silenciosa.

Tú me hablaste de tus padres y de tus hermanos, de la situación de ruptura de tu familia y me hiciste un boceto de la historia de tu hermana. Pero lo que más me inquietó fue que me dijeras que lo habías dejado con tu ex porque ella tuvo una relación de maltrato con su anterior novio y eso os pasó factura. En ese momento me quise morir porque pensé que si yo te contaba lo mío, con toda la razón del mundo, querrías escapar de allí.

Y así, evitando ciertos momentos de mi vida con un “es que si empiezo a contarte no termino nunca”, salvé la situación. Pero en ese instante me di cuenta de que no sería capaz de ocultarte las cosas mucho tiempo, porque me conozco, y supe que me entraría el ansia por contar la verdad muy pronto.

Tengo que admitirte que eres genial. En tu casa me hiciste sentir muy cómoda. En ningún momento me pareció estar en un lugar ajeno y me dio mucha lástima tener que irme. No me refiero a una pena horrible que me dejara sin respiración, pero sí que te puedo asegurar que me hubiera quedado contigo más tiempo. Aun así, pienso que echarse de menos está bien, lo verdaderamente malo es echarse de más.

Autoboicot IV

Todos2

El tiempo de Oreo

El tiempo de Oreo

Lo malo de los animales es que viven menos que nosotros. Lo peor es que ellos no son conscientes.

El amigo del revés

El amigo del revés

Juan tenía un amigo desde la infancia. Se llamaba Otto. Todos los días, cuando estaban en edad de ir a Primaria, caminaban juntos hacia la escuela. A Juan, Otto le parecía un chico divertido, aunque un tanto extraño.

La visita

La visita

Tenía la vista fijada en el suelo sin querer levantarla y encontrarse con sus ojos. Mirarlos era aceptar que no eran los mismos que vivían en sus recuerdos.

—Hueles a muerto. Más que de costumbre —fue lo único que acertó a decir él mientras abría la puerta para dejar que pasara dentro de casa.

Ganarse el salario

Ganarse el salario

El hombre, apoyado en la pared, miraba a través de un pequeño hueco que quedaba entre el cristal y la pesada contraventana de madera entornada. Cuando Lola la empujó para cerrarla, casi le pilla la nariz a su marido.

2 Comentarios

  1. torpeyvago

    ¡¡¡Uuuuuaaaaalaaaaa!!!
    ¡Vaya final! Literal y literariamente.
    Me ha encantado todo.
    Lo único que me descoloca es el uso de negritas. Seguro que hay algo que no entiendo y para lo que éstas son necesarias. En cualquier caso, me ha gustado el relato una barbaridad.

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    • Buscando a Casiopea

      ¡¡¡¡¡No ha terminado!!!!! Va por fascículos, hoy el siguiente. Estoy trabajando y no puedo contestarte a todo pero me estoy hinchando de reír con tus comentarios 😂😂😂😂

      Responder

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