TÓXICA

Será más divertido si es complicado.

 

Contigo no van las cosas fáciles. Dices que sí, pero mientes. Dices que te encantaría que todo fuera de color de rosa, sin embargo, cuando algo empieza a ir bien lo primero que haces es convencerte de que la tostada caerá por el lado de la mantequilla.

Te gusta el lado negativo de las cosas. Te sientes más a gusto en ese territorio, es tu zona de confort al fin y al cabo. Tu vida es triste y eso te da siempre tema de conversación, sientes que sin problemas no serías nadie, así que cuando no hay ninguno a la vista, te lo inventas. Las dificultades están calentitas y blanditas; son muy cómodas.

 

La normalidad, o lo que tú consideras como tal, es irritantemente vulgar.

 

Los problemas de los demás siempre son una magnífica oportunidad para regodearte en los tuyos y demostrar al mundo que está siendo más injusto contigo que con nadie; que todos te deben una caricia en la espalda mientras empatizan con tu desgracia. Quien no lo hace es un cabrón sin sentimientos y, si no lo es, ya te encargas tú de hacérselo ver a él y al resto que encarte.

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Como se dice, te encantaría ser la novia en la boda, el niño en la comunión y el muerto en el funeral.

 

Te esfuerzas mucho por ser buena persona, por agradar a los demás y por cultivar un buen karma, pero tienes muy mala suerte. Casi tanta que llega a parecer ficción. Qué pena que el destino esté en tu contra y no te deje desplegar tantísimo potencial como hay en ti.

 

No tienes amigos duraderos, todos huyeron tarde o temprano; todos decidieron que no merecía la pena respirar tu aura de derrotismo perenne. Nadie se cree para siempre que no tengas herramientas para agarrar tu vida por las riendas y salir de esas situaciones tan complejas que, en el fondo, no lo son tanto y cualquiera sería capaz de solucionar si de verdad quisiera. Por eso, de vez en cuando, para hacer nuevos amigos, vuelves a interpretar ese papel de víctima incontestable que tan bien se te da y del que ninguno dudaría en un principio.

 

El amor sufriente, la soledad desgarradora y la ausencia de paz son tu droga. Vives inmerso en un romanticismo suicida precioso, pero demasiado decimonónico como para estar en boga, lo cual es incluso preferible, ya que lo que está de moda suele ser bastante aburrido.

 

Tu infelicidad es parte de tu orgullo. Y no vas a dudar en cargarte a quien intente ayudarte a cambiar de prisma, como tanto pides al cielo, con los ojos llenos de lágrimas de cocodrilo.

 

Ahí te quedas, como siempre, retroalimentándote con tus miserias.

Ahí te quedas, porque conmigo no cuentes.

 

Los padres que odiaban a sus hijos

Los padres que odiaban a sus hijos

Hoy quiero hablar del tabú que supone la realidad de que no todos los padres quieren a sus hijos o, incluso, de que existen padres que odian a sus hijos, los utilizan y los machacan para su propio beneficio o egolatría.

2 Comentarios

  1. vaalevale

    Totalmente identificada!!me encantó!

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    • buscandoacasiopea

      ¡Muchas gracias! La verdad es que todos conocemos a alguien así… y mejor salir corriendo.

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